1/01/2025

En agosto nos vemos - Gabriel García Márquez (2024)

Mi calificación:

★★★★★
(5/3)

El año 2024 tuvo como gran hito el regreso de Gabriel García Márquez con una novela póstuma. Lo resumo así: buenas intenciones, no tan buenos resultados...

***

Evaluar obras póstumas es un riesgo innecesario: la probabilidad de decepcionar o terminar diciendo palabrotas es alta, especialmente cuando los herederos literarios, albaceas o editores salen negligentes o amigos de lo ajeno. Tener que asumir ese riesgo con lo último de Gabriel García Márquez no es, precisamente, una tarea cómoda, considerando la profunda admiración que siento por su obra.

Aunque la publicación de En agosto nos vemos es, en teoría, un regalo literario, también se mueve en un terreno irregular y jabonoso: la emoción de acceder a un texto inédito se cruza inevitablemente con la inquietante pregunta sobre cuánto refleja este relato la intención final del autor. En este caso, el editor logra transmitir su emoción por el proyecto en las notas finales, casi como si hubiera ganado la Copa Libertadores de la literatura. Esa pasión es contagiosa y honesta y, por momentos, logra aplazar eventuales decepciones o enfados. Es admirable el entusiasmo del editor por el libro, pues la venia de los hijos de García Márquez evitó una batalla campal o una profanación artística. Sin embargo, debe quedar constancia de que dicha emoción parece pertenecer más al propio editor que al texto en sí.

El relato, por sí mismo, es cautivante y se adentra en un territorio que me resulta relativamente poco explorado: las complejidades de la alcoba matrimonial y las relaciones extramaritales. Todos lo años, una mujer ya madura viaja a una isla a ver la tumba de su madre desde que esta murió, quien, curiosamente, pidió ser sepultada lejos de su hogar. En cada visita, la protagonista busca encuentros sexuales con extraños, una pulsión que revela sus emociones reprimidas y las fracturas en su matrimonio y también en sus relaciones familiares. En este fragmento, por ejemplo, García Márquez exhibe su maestría para capturar las contradicciones humanas con diálogos en que la ironía no es suficiente para ocultar la inevitable afectación de los acuerdos de pareja cuando las cosas van de mal en peor y no se quieren asumir:
—Por una vez en tu vida, Doménico, dime la verdad.
Él sabía que su nombre de pila en boca de ella era señal de tormenta, y la apresuró con su serenidad habitual:
—¿Qué es?
Ella no fue menos:
—¿Cuántas veces me has sido infiel?
—Infiel, nunca —dijo él—. Pero si lo que quieres es saber si me he acostado con alguien, hace años me advertiste que no lo quieres saber.
Más aún: cuando se casaron le había dicho que no le importaría si se acostaba con otra, a condición de que no fuera siempre la misma, o si era sólo por una vez. Pero a la hora de la verdad lo borró con el codo.
—Ésas son cosas que uno dice por ahí —dijo—, pero no para que las tomen tan al pie de la letra.
—Si te digo que no, estoy seguro de que no lo crees —dijo él—, y si te digo que sí no lo soportarás. ¿Cómo hacemos?
El ingenio de García Márquez para desnudar las dinámicas del amor, el deseo y la traición, a través de diálogos llenos de tensión y subtextos, se despliega intacto y eso se reconoce y se agradece mucho. Como decía Jorge González, el gran cantante chileno: "las palabras son cuchillas cuando las manejan orgullos y pasiones". Aquí, las palabras hieren más, y de modo más lento, porque son ese terreno irregular y jabonoso sobre el que se administraron desde un comienzo las ilusiones quebradas de la estabilidad matrimonial.

Además de exponer las contradicciones del amor conyugal, el relato presenta a una protagonista que desafía, consciente o inconscientemente, los límites impuestos por su entorno por su edad y su rol de esposa. Su deseo no es tratado como algo pecaminoso, sino como una pulsión natural que la conecta con su autonomía y humanidad. García Márquez se aleja de los clichés al ofrecer una mirada cruda y realista de la sexualidad femenina, explorando territorios poco resonantes para la moralina progresista hoy vigente, pero profundamente creíbles por sus propias contradicciones (¿acaso no las habitamos al final del día?). El final sorprende y deja en el aire la pregunta de cómo habría sido narrado si el texto hubiera sido concluido en otras circunstancias.

Sin embargo, a medida que la historia avanza, los defectos de una obra inacabada se hacen evidentes. La trama deja cabos sueltos, algunos personajes carecen de profundidad o de regularidad para lo que exige la obra, y las transiciones narrativas resultan abruptas y, por momentos, confusas. Algunos pasajes presentan ripios que evidencian la falta de una revisión final por parte del autor. Por esta razón, En agosto nos vemos no alcanza el nivel de otras obras de García Márquez y, probablemente, solo sea recomendable para sus lectores más fanáticos.

Leer a García Márquez de nuevo, a tantos años de su muerte, sigue siendo un privilegio, pero este privilegio, esta vez y en esta obra en particular, exige del lector una generosidad que no todos estarán dispuestos a conceder.

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