Mi calificación:
Hoy les traigo una gran novela, que deja con gusto a poco a todos quienes disfrutamos de la literatura latinoamericana, ya que es breve, breve como el amor. Una real joya que debiese ser más conocida, del mayor escritor brasileño de todos los tiempos.
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Una historia alucinante, que narra la "doble muerte" de un hombre en Salvador de Bahía, dividido entre dos identidades que jamás podrán convivir en paz, pues remiten a la conflictividad propia de los nuevos ricos defendiendo su posición frente a los más débiles o socialmente marginados.
Por un lado, para su familia, Joaquim Soares da Cunha era un hombre respetable cuyos éxitos laborales del pasado les trajo movilidad y status social, al costo de acabar priorizando las apariencias frente a los demás en lugar de tener una vida plena y sincera. De un día para otro, haciendo cumplido cincuenta años, Joaquim decide abandonar ese mundo y transformarse en Quincas Berro d’Água, un vagabundo que prefiere la difícil vida de la calle, pasando con ello a ser una vergüenza familiar. Este acto de rebelión es tan incomprensible para ellos que lo decretan “muerto para la sociedad” mucho antes de su muerte física, borrándolo como si nunca hubiese existido, hablando en pasado de él, pese a que seguía vivo. Cada vez que un vecino o colega mencionaba haber visto a Quincas —borracho y tirado en la calle, jugando naipes y apostando frente a la iglesia o cantando con mujeres de mala reputación en la madrugada—, era como si un fantasma resurgiera para deshacer el espejismo de la respetabilidad familiar.
Por otro lado, para sus compañeros de juerga, Quincas no es solo un amigo entrañable, sino una especie de padre protector y lleno de actitudes comprensivas y de complicidad hacia vagabundos y prostitutas pobres, debido a su forma de hablarles y darles contención emocional, pero sin jamás dejar de tratarlos como pares. Junto a ellos comparte borracheras, juergas, hambre y enfermedad, en una existencia que, aunque marginal, considera auténtica y libre de las pretensiones sociales que terminaron hartándolo de su familia.
Hasta que fallece y lo velan en su choza miserable; el contacto los dos mundos durante el velorio es central y revela tensiones profundas. La familia, con su clasismo evidente, asiste al velorio no por un verdadero duelo, sino para recuperar simbólicamente la respetabilidad de Joaquim, intentando imponer su narrativa sobre quién fue realmente. Sin embargo, en su prisa por evitar mayor interacción con los amigos de Quincas —a quienes miran con desprecio y asco—, priorizan sus propios intereses y dejan el cuerpo momentáneamente en manos de estos, mientras amanece...
Ahí es donde comienza lo extraordinario: durante esa noche, en un acto que roza el realismo mágico, Quincas parece revivir. Sus amigos, lejos de la solemnidad impostada de la familia, lo llevan a recorrer, pese a ser un cadáver, por última vez los lugares que marcaron su vida como vagabundo. Este viaje no es solo una despedida, sino un acto de resistencia: una forma de devolverle su verdadera identidad, despojándolo de la falsa dignidad que la familia intenta imponer en su memoria. El clasismo de la familia no solo buscaba encubrir el supuesto “deshonor” de Quincas, sino también separarlos de los amigos que, a pesar de su pobreza, representaban el vínculo más auténtico con el hombre que realmente fue. En última instancia, son estos marginados quienes le ofrecen a Quincas la despedida más sincera, mientras que la familia queda atrapada en la superficialidad de su propia hipocresía.
De ahí que se hable de dos muertes... una social (para la familia) y otra real (para sus amigos). Es notable ese contraste. Por un lado, la familia lo veía de este modo:
Cuando un hombre muere, se reintegra a su más auténtica respetabilidad, aunque haya cometido locuras en su vida. La muerte borra, con su mano de ausencia, las manchas del pasado; la memoria del muerto brilla como un diamante. [...] Según ellos, Quincas Berro Dágua, al morir, había vuelto a ser aquel antiguo y respetable Joaquim Soares da Cunha, de buena familia, funcionario ejemplar de la Dirección de Rentas de la Provincia, de paso mesurado, barba rasurada, saco negro de alpaca y portafolio bajo el brazo, escuchado con respeto por los vecinos, opinando sobre el tiempo y la política, jamás visto en un bar, hombre de aguardiente casera y moderada. En realidad, en un esfuerzo digno de aplauso, la familia había conseguido que así brillase sin tacha la memoria de Quincas desde algunos años antes, cuando lo decretaron muerto para la sociedad. Si, obligados por las circunstancias, se referían a él, hablaban en pasado. Pero lamentablemente, de vez en cuando algún vecino, un colega de Leonardo o una amiga habladora de Vanda (la hija avergonzada) encontraba a Quincas o llegaba a saber algo de él por intermedio de terceros. Era como si un muerto se levantase de la tumba para manchar la propia memoria [...]. ¡Un horror!
Pero para los amigos:
Ha muerto nuestro padre...-...nuestro padre... -gemían los otros.Circulaba la botella consoladora, fluían las lágrimas de los ojos del Negro, crecía su agudo sufrir:-Ha muerto el hombre bueno...-...hombre bueno...De vez en cuando, un nuevo personaje se incorporaba a la rueda, a veces sin saber de qué se trataba. El Negro Flequillo le ofrecía la botella y soltaba su grito de apuñalado:-Era bueno...-...era bueno... -repetían los demás, menos el novato, que estaba a la espera de una explicación para los tristes lamentos y el aguardiente gratis.-Repite, desgraciado... -el Negro Flequillo, sin levantarse, extendía el poderoso brazo y sacudía al recién llegado, con un brillo amenazador en los ojos. -¿O crees que era malo?Alguien se apresuraba a explicar, antes de que las cosas pasasen a mayores:-Ha muerto Quincas Berro Dágua.-¿Quincas?... era bueno... -decía el nuevo miembro del coro, ahora que estaba convencido y aterrorizado.-¡Otra botella! -reclamaba, entre sollozos, el Negro Flequillo.
Como comentario final, La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua es una breve novela, considerada una de las más entrañables de Jorge Amado, pero cuya historia merecía más páginas. Los amigos de Quincas y la familia de Joaquim tienen un desarrollo como personajes realmente sobresaliente y habría sido interesante profundizar en esos dos mundos de manera más intensiva.
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