Mi calificación:
Mauricio Wacquez es un autor que sólo tras su muerte ha recibido el reconocimiento que merece, luego de ser tratado con una indiferencia indignante. Hay que prestarle mucha atención y hacerle justicia a su talento. Afortunadamente, poco a poco se ha ido transformando en un imprescindible. Acá una humilde reseña sobre su primer libro, que data de 1963.
***
Hasta hace unos pocos años, Mauricio Wacquez era un escritor prácticamente olvidado en Chile. Se agradece mucho que haya sido rescatado y se haya reeditado su obra. En lo que respecta a Cinco y una ficciones, la obra aborda con una lucidez y una complejidad emocional muy originales temas como la frustración, el conflicto interno y la imposibilidad de habitar plenamente la identidad en el orden social que nos rodea, los que se entrelazan con una prosa sutil, que invita a explorar el peso del silencio, las emociones reprimidas y el daño quizás irreparable que genera sostener, demasiado tiempo, una vida "correcta" cuando no se siente como propia.
La prosa de Wacquez está marcada por un ritmo que parece descafeinar la violencia para poder narrarla, lo que acentúa la sensación de fragmentación emocional. Emergen las palabras como si no pudieran contenerse, pero al mismo tiempo renguean, se arrastran apenas, como si los personajes estuvieran atrapados en su propia incapacidad de verbalizar su caos interno. Esta tensión entre falta de expresión y censura no solo refleja el estado emocional de los personajes, sino también el contexto social que los oprime.
Algunos ejemplos:
Yo nací de manera diferente y veo que el descabezamiento se produce desde el instante en que, conciente de este discurso, tengo la suficiente voluntad para contarlo. No me crea cínico. Porque, mire, una flor más que florezca a nadie daña.("La sonrisa en la boca").
Había sido una calle de pocos años en que el paisaje cambió poco. Al principio, las cosas surgían sin tropiezo exterior, sin trascendencia, sin sobresaltos. Sólo que en lo íntimo, allí donde todo se cerraba cuando dolía, estaba el daño que amenazaba todo, el sentido, la paz y el equilibrio. Ahora quería que se abriera y saliera vaciándose. Todo. Lo quería sin pensar. El ansia era más grande que el pensamiento. También lo lamentó por muchos años: «¡Este Dios invisible!».("El fondo tibio de Dios en la arena")
De repente, tuve el presentimiento de estar diciendo groserías, palabras inútiles, que en el fondo son las que mejor nos expresan. Cada recuerdo de mi vida está saturado de esas palabras, de ese hastío [...]. Dentro del marco familiar podría encontrar miles de esas palabras que expresarían mis anhelos, mis pequeños sueños; las noches que pensaba que mi vida era vacía, que los grillos canturreaban ligeros en el techo y que mi madre vagaba por entre los interruptores apagados de la casa. Nada dejo pasar sin recordarlo. La cara de mi hermano también, hermosa y fresca, enjuta, como los rostros infantiles. Esa cara que luego me odió y que odié irremediablemente. ¿Ha sentido acaso ese roce de una mano que al principio acaricia y que luego golpea? ¿Ha sentido el miedo? Yo podría hablarle largamente de todos mis recuerdos; de esos recuerdos inútiles como palabras groseras. Todo me viene así, dislocadamente. Todo cojea. No puedo contarle una historia hilada.("Otra cosa")
La actitud de indiferencia hacia Wacquez no solo se debe a su pertenencia a la élite chilena (que significa inmediatamente su cancelación por parte de la clase media aspiracional), sino también a su desafío a las normas sociales de su época. Su literatura aborda temas como la homosexualidad, el exilio emocional y la disidencia frente a un sistema opresivo, en un país donde tales cuestiones eran silenciadas o reprimidas. En este sentido, su obra puede leerse como una forma de resistencia, y su invisibilidad refleja los límites impuestos por el poder cultural de su tiempo.
Los relatos tienen la intensidad emocional de alguien escribiendo desde el encierro en el closet, con todas las contradicciones, tensiones y silencios que ello implica. Pero eso lo sabemos ahora. Nadie va a devolver las décadas de injusto olvido. El gran punto en contra del libro es que, pese a la novedad de las temáticas, sigue siendo prisionero del lenguaje ceremonioso de la época y se siente cierta inseguridad en el desarrollo de los relatos, lo que exige demasiada comprensión del contexto al lector, a diferencia de una obra clásica, donde basta aceptar las premisas desde un principio, para que luego todo fluya donde debe fluir. Algo que Wacquez irá perfeccionando con el tiempo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario