Mi calificación:
El "teatro imposible" de Federico García Lorca fue un intento de innovar en las formas de representación y en las temáticas. Su vanguardismo se caracteriza por un lenguaje surrealista y metateatral, tratando temáticas como la frustración, la imposibilidad de ser lo que se es y la tragedia asociada. Esta dimensión del autor es poco conocida y me parece una buena idea compartirles algunas reflexiones al respecto...
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Leer el "teatro imposible" de García Lorca es adentrarse en un bosque de símbolos y abstracciones que no siempre muestran un rumbo claro. Su inspiración surrealista es exigente, requiere un estado de alerta y concentración mayor al habitual o quizás un estado de conciencia alterada, cosas difíciles en estos tiempos de apuro, deudas, responsabilidades y poco tiempo para detenerse a contemplar o a descubrir. En ocasiones, resulta agotador. Sin embargo, esta obra, aunque densa, ofrece más puntos de referencia las otras dos obras del teatro imposible (me refiero a El Público y Comedia sin nombre), mucho más pantanosas e inaccesibles.
La obra Así que pasen cinco años fue escrita en 1931 y, en un principio, fue considerada como irrepresentable, lo que llevó a hacerle algunas modificaciones. Estando todo listo para su estreno en octubre de 1936, debió ser suspendida por el estallido de la Guerra civil española y la locura fascista que acabó con el cobarde asesinato del autor. Recién en 1959, en Francia, lejos de la locura fundamentalista católica de Franco y sus secuaces.
La trama se centra en un joven un tanto caprichoso que rechaza a una humilde mecanógrafa enamorada de él, ya que espera el regreso de su prometida, una figura casi mítica. Tras aguardarla cinco años, el joven busca desesperadamente a esa novia y descubre lo inevitable: se ha ido con otro, probablemente porque tampoco lo correspondía. Ese "otro" es un jugador de rugby que aparece en la obra, pero no dice palabra alguna, lo que añade más absurdo a la trama. Despechado, el joven recuerda el amor que rechazó de la mecanógrafa y decide buscarla, a modo de premio de consuelo. Pero ella, en una curiosa venganza, le pide que espere otros cinco años para casarse con él. Posteriormente, todo parece converger en un juego de cartas, donde los jugadores reflexionan sobre el amor y la muerte, dos constantes lorquianas, con un desenlace imprevisible.
Un detalle que merece destacarse es cómo esta obra trascendió al teatro para convertirse en música. Camarón de la Isla tomó un fragmento para componer La Leyenda del Tiempo, una verdadera joya de la música popular española:
ARLEQUÍN.El Sueño va sobre el Tiempoflotando como un velero.Nadie puede abrir semillasen el corazón del Sueño.(Se pone una careta de alegrísima expresión.)¡Ay, cómo canta el alba! ¡Cómo canta!¡Qué témpanos de hielo azul levanta!(Se quita la careta.)El Tiempo va sobre el Sueñohundido hasta los cabellos.Ayer y mañana comenoscuras flores de duelo.(Se pone una careta de expresión dormida.)¡Ay, cómo canta la noche! ¡Cómo canta!¡Qué espesura de anémonas levanta!(Se la quita.)Sobre la misma columna,abrazados Sueño y Tiempo,cruza el gemido del niño,la lengua rota del viejo.(Con una careta.)¡Ay cómo canta el alba! ¡Cómo canta!(Con la otra careta.)¡Qué espesura de anémonas levanta!Y si el Sueño finge murosen la llanura del Tiempo,el Tiempo le hace creerque nace en aquel momento.¡Ay, cómo canta la noche! ¡Cómo canta!¡Qué témpanos de hielo azul levanta!
Descubrir la historia fue un proceso lento: con 22 personajes y un guion que desborda delirios, seguir el hilo puede ser un ejercicio de paciencia. Aun así, es interesante el afán de experimentación de García Lorca. Aunque su coqueteo con el surrealismo no me convenza del todo, su talento para plasmar emociones complejas y sacarle el máximo provecho al lenguaje es innegable.
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