2/12/2025

En todas partes hay tesoros - Bill Watterson (1996)

Mi calificación:

★★★★★
(5/5)

De todos los comic que he leído, creo que mi favorito es, por lejos, Calvin & Hobbes. Hoy lo reseño con un profundo sentido de "nostalgia del futuro", como diría Jorge Teillier, porque, convengamos, no existe nada más paralizante que la idealización de la infancia como un momento irrepetible. Y esta obra mantiene una actualidad y una actitud de crítica social que ya quisiéramos, aunque sea como murmullo, en tiempos de quiebra ideológica de la izquierda.

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Conocí Calvin & Hobbes gracias a la sección cultural de Las Últimas Noticias, un diario chileno que, a pesar de su línea editorial populachera y sensacionalista, albergaba joyas como las viñetas de Bill Waterson. Entre tiras cómicas más convencionales (donde, entre otras, aparecía el mismísmo Condorito), la agudeza de Waterson destacaba por su humor inteligente y su trazo impecable. Desde entonces, Calvin & Hobbes se convirtió en mi cómic favorito, no solo por su capacidad para provocar carcajadas, sino por su profundidad y sofisticación narrativa.


En todas partes hay tesoros es una de las compilaciones que reúne lo mejor de esta obra maestra del cómic. Aunque en español corresponde al séptimo volumen en orden de publicación, funciona como una excelente introducción al universo de Calvin, un niño de seis años con una imaginación desbordante y algo psicópata, y Hobbes, su tigre de peluche algo presuntuoso y profundamente sarcástico, que cobra vida sólo en su mente. Juntos, exploran temas como la infancia, la educación, la política, el arte, la filosofía y la crítica social, siempre con un humor que oscila entre lo absurdo y lo reflexivo.



Waterson no solo es un maestro del dibujo —sus referencias a la cultura popular y sus paisajes detallados son una delicia visual—, sino también un narrador excepcional. Destaca su capacidad para satirizar la vida moderna a través de los ojos de un niño, desmontando con ingenio estereotipos y discursos sobre la maternidad y la paternidad.




Más que un cómic, Calvin & Hobbes es una sátira moderna que trasciende el género. Waterson logra combinar lo lúdico con lo profundo, lo cotidiano con lo universal, y lo hace con un sarcasmo que pocas obras logran alcanzar. Es necesario detenerse en este tipo de creaciones. Bajo una aparente sencillez, se esconden múltiples capas de contenido, como sedimentos de una existencia vertiginosa caracterizada por la alienación y el conformismo, siempre tensionadas por el peso de la propia cotidianidad. Calvin & Hobbes no es solo un cómic; es una sátira que hunde sus raíces en una tradición literaria que se remonta a la Antigüedad. Al igual que Semónides de Amorgos y Arquíloco de Paros, quienes usaban el humor para criticar la sociedad de su tiempo, Waterson evoca el espíritu de Jonathan Swift en Los viajes de Gulliver, donde lo absurdo expone los defectos de la humanidad, y de Mark Twain, cuyas aventuras infantiles de Tom Sawyer y Huckleberry Finn retrataban las contradicciones y la hipocresía de la sociedad estadounidense.

En Calvin & Hobbes, las travesuras de Calvin —ya sea transformándose en un superhéroe para huir de la rutina insoportable de sus clases o fundando un club para 'excluir' explícitamente a su compañera Susie, una parodia infantil de los comportamientos misóginos— funcionan como espejos deformantes que reflejan los absurdos del mundo adulto. Incluso la dinámica entre Calvin y Hobbes recuerda a la de Don Quijote y Sancho Panza: uno, idealista y caótico; el otro, pragmático pero no exento de lucidez.

Waterson, sin embargo, no se limita a repetir fórmulas del pasado. Su sátira es profundamente moderna, actualizando temas clásicos como la crítica al poder, la hipocresía social y la búsqueda de sentido en un mundo cada vez más alienado. Al igual que las grandes obras satíricas, Calvin & Hobbes no solo hace reír, sino que invita a reflexionar. El autor logra lo que solo los grandes satíricos consiguen: usar el humor como un bisturí para diseccionar las miserias humanas y, al mismo tiempo, ironizar sobre sus supuestas grandezas, recordándonos que la risa puede ser tan reveladora como el análisis más pomposo.


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